jueves, 23 de junio de 2016

¿Sustitución de Importaciones o Insustitución de No Tecnología?


Hagamos un ejercicio sencillo. Un smartphone que aquí tiene un precio de 16 mil pesos -supongamos un Galaxy S7-, en cualquier parte del mundo puede conseguirse a un precio de 9 mil aproximadamente (en pesos después del cambio). La diferencia, se nos dice, es para "proteger la industria nacional y los puestos de trabajo". Veamos.

En argentina se venden aproximadamente 12 millones de unidades al año. Para hacer sencillas las cuentas, digamos que de las características del artefacto mencionado en sus diferentes marcas se venden 5 millones de unidades -poco más de un tercio de mercado-. Ahora bien, multipliquemos 5 millones por la diferencia entre el precio interno y el internacional: 7 mil pesos (que surgen de restar 9 mil a 16 mil) por 5 millones, nos da la friolera cifra de 35 mil millones de pesos.

¿Saben de qué se trata ese número? Del monto del subsidio que el consumidor le está transfiriendo a la industria de armado argentina.

Ahora bien, supongamos que allí hay 10 mil puestos de trabajo. ¿Saben cuanto sale cada puesto de trabajo por año? TRES MILLONES Y MEDIO DE PESOS (número que surge de dividir en 10 mil esos 35 mil millones de pesos). O sea, cada trabajador debería ganar 291 mil seiscientos pesos al mes. Pero en la realidad no han de cobrar, en promedio, más de 40 mil. El resto, 250 mil pesos, nos da tres millones de pesos por cada empleado al año que éste no cobra. Y si multiplicamos por los 10 mil puestos, nos da que la transferencia que los consumidores -vos y yo- otorgan a esos "empresarios", es de 30 mil millones de pesos por año.

Y no me pongo a pensar en los subsidios directos que otorga el Estado en beneficios impositivos y demás. Solo estoy contabilizando el subsidio indirecto que otorga el consumidor.

¿Qué podríamos hacer con ese dinero año a año? ¿Lo pensaron?*

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Quien escribe es consciente que el análisis es simplificado y los números pueden ser indicados como "tirados al voleo" -aunque no están alejados de la realidad-. Sin embargo tal simplificación no desvía el volumen general de transferencias que se intenta mostrar y con el cual se retrae del consumidor gran parte de su poder de compra mediante impuestos y reglamentaciones que apuntalan estas distorsiones y desvíos mencionados. Y pone también en discusión la anomalía que podemos ver al observar qué, después de más de una década de ese tipo de transferencia, continuamos sin generar oferta de productos de tecnología más sofisticada y agregada en nuestro medio y demanda de empleos de calidad en ese rubro. Esta es otra forma de "caso José López" pero a la vista de todos y sin que nadie chille.

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