domingo, 2 de junio de 2013

CONGELAMIENTO DE PRECIOS EN ARGENTINA

Como es de público conocimiento, 2013 ha comenzado con algunos temas que se han tornado coyunturales de cara a la agenda económica diaria, temas que luego se van transformando en inevitables tópicos de café que dan tensión a la mesa del domingo. Así, la palabra inflación convive con la palabra “dólar blue" para dejar paso finalmente a la reedición de un viejo concpeto que se resiste a morir: “congelamiento de precios”.

Trazaré entonces algunas apostillas al respecto de este mecanismo -clásico e históricametne inservible-, mediante el cual se pretende frenar una escalada generalizada de precios. Desde su aplicación es claro que se buscan objetivos múltiples. Primero, se pretende amortiguar una escalada inflacionaria para, segundo, poder manipular elementos de repercusión económica para hacer palanca electoral vía inyección dinero en la economía. En este sentido, se debe precisar (una vez más) que hay en economía un hecho que, si bien suele ser motivo de discusión respecto de los grados de verdad, no ha sido rebatido y es aceptado con diferentes niveles de incidencia; INCREMENTOS DE CANTIDAD DE DINERO NO SOLICITADOS PARA HACER TRANSACCIONES, TERMINAN SIEMPRE TRASLADÁNDOSE A SUBA DE PRECIOS. Más claro, si hoy a 10 personas que producen 10 productos que tienen un precio de un peso, se les entrega un peso más a cada una, el primer movimiento será un alza de precios a dos pesos por producto; la economía previamente poseía 10 productos y 10 pesos, luego, 10 productos y 20 pesos (es cierto que es sumamente sintético este ejemplo, dado que hay intercambios temporales y demás dilemas, algunos productos podrán saltar a 4 y otros permanecer en 1 pero no es el motivo ingresar en ese terreno).

Hay quienes se entregan al análisis económico indicando que inyecciones de dinero pueden empujar vía incremento de consumo, a la necesidad de producción, motivo por el cual a más largo plazo, inflación presente puede significar crecimiento futuro. En relación a esto entonces, y a un par de meses de un proceso electoral, hay que recordar que siempre es seductor para los gobernantes que tienen la capacidad de emitir billetes, hacerlo en forma desmedida para entregar poder de consumo a los ciudadanos (la famosa felicidad de corto plazo que tanto cuesta en el largo). Pero en una economía que está en los márgenes de su capacidad de producción, esos billetes se van directamente a suba de precios. Esta suba se da primero en los bienes de consumo, luego en salarios. Sin embargo esto no es percibido inmediatamente por los consumidores que ven la fuente de sus ingresos vía salarios, hay un proceso de tiempo para que adviertan este descalce, por lo que, con la sensación de poseer más billetes y la ficción de estar consumiendo más, se crea una sensación de mejora para el votante, aunque esconde su empeoramiento. Hay un tiempo hasta que el grueso de las personas advierten que "los precios suben por ascensor y los salarios por escalera".

El congelamiento intenta entonces amortiguar la subida más aguda de precios ante el previsto gasto en billetes para afrontar la elección. Con esto se pretende maximizar la sensación de bienestar del electorado, a la par de minimizar la posibilidad de su toma de consciencia vía la observación objetiva de un proceso inflacionario que crece adelante de sus narices.

Así las circunstancias, el congelamiento no es otra cosa que una contraindicación forzada antes que un acompañamiento efectivo para mejorar las condiciones de producción y consumo de la economía. No es ocioso recordar aquí, que el asalariado y los trabajadores son siempre los sectores que pagan los platos rotos de los efectos de negar verdades incontrastables.

A continuación entonces, y confiando que se haya comprendido la anterior dinámica, desarrollo posibles escenarios que se podrán presentar a partir del congelamiento informado sobre una canasta de 500 productos.

Uno de los principios básicos de cualquier teoría económica, es el que indica que dentro de las diferentes características de los bienes de consumo, se encuentran los denominados complementarios y sustitutivos. Los primeros, como su nombre lo indica, “acompañan” positivamente a bienes relacionados, por caso, un celular y la funda. Si se incrementa la demanda de celulares, inevitablemente se incrementará la producción y venta de fundas para celulares, hay otros ejemplos-de manual-, como la nafta y el automóvil y la mermelada y el pan. Los bienes sustitutivos son aquellos de reemplazo y no acompañamiento, en esta línea tenemos la manteca y la margarina, carne de cerdo y carne de vaca, entre otros. Entonces, si cae la demanda de manteca se acompaña un incremento de la demanda de margarina, dado que se sustituye un bien por otro. La pregunta en ambos casos es: ¿Qué hace que caiga o se incremente la demanda de un bien u otro? En el caso que estoy analizando respecto al congelamiento de precios, debemos indicar que son estos movimientos de precios los que primero mueven las cantidades que se demandan. Así, cuando los precios se incrementan, las cantidades demandadas se retraen, cuando los precios bajan, las cantidades demandadas tienden a ser mayores –aquí hay que considerar que las respuestas no siempre son proporcionalmente iguales, más adelante desarrollo este punto-. Entonces aquí viene la primera pregunta que debemos hacernos, para comenzar a comprender el posible escenario que puede generar el congelamiento en contexto de inflación, como el presente en Argentina: ¿Qué puede suceder si se congela el precio de un bien de alta sustitución en un contexto inflacionario como el presente en nuestra economía?

El bien relacionado a ese sustitutivo sufrirá una caída de su demanda en forma importante, continuando con el ejemplo anterior, si se congela el precio de la margarina y se deja libre el de la manteca, SE PERJUDICARÁ ASÍ A LOS PRODUCTORES DE MANTECA -Y OBVIAMENTE A LOS TRABAJADORES-, así las personas comienzan a sustituir manteca con margarina. Es cierto, la mayor parte de las empresas producen ambos bienes, pero de alguna manera, el diagrama de organización de sus plantas y la estructura de costos de las mismas verán producir ciertos descalces no previstos y un reajuste de sectores. Puede suceder que a las empresas no le convenga más continuar con la producción de manteca, cerrando sus líneas de producción dado que quedará desincentivada la búsqueda de producir este bien –en la historia hay infinidad de casos de desabastecimiento que aparecen luego de políticas de congelamiento-.

Si se congela el precio de bienes de difícil sustitución, en principio no habría efectos pronunciados en bienes relacionados. El bien se dejará de demandar o se demandará más dependiendo de otros factores independientemente de los precios y sus movimientos, podemos mencionar, por caso, insulina. Y aquí debemos preguntarnos: ¿Cuáles son los bienes de este tipo en la canasta de bienes congelados en precios? ¿Los hay?

En otra categoría de análisis, también se habla de bienes de alta elasticidad de demanda, de elasticidad unitaria y de rigidez de demanda. Este tipo de análisis intenta aproximarse al comportamiento que hay en los compradores respecto de sus capacidades físicas de consumo y sus gustos y preferencias. Hay bienes cuyyas características indican que, por más que se los pretenda consumir más y más, observan límites rápidos e infranqueables; por caso el pan y la leche. Quien pretenda consumir cantidades crecientes de estos bienes solo logrará saciarse rápidamente, quedando extasiado o engordando a niveles no deseados. En cambio, si esa misma persona puede consumir más y más computadoras, televisores Led con tecnología Smart, tabletas electrónicas, vinos de alta factura y cortes de carne de exportación, intentará hacerlo en mayor medida -y podrá hacerlo físicamente- que en la proporción de los primeros mencionados. Entonces la pregunta aquí es la siguiente: ¿Qué pasa con el movimiento de los precios de este tipo de bienes? ¿Responden igual sus demandas ante el movimiento de precios, bienes con características tan diferentes en tanto percepción del consumidor?

Si se congela el precio de un bien de alta elasticidad de demanda en contexto inflacionario –o sea, tal bien permanece con precio anclado y el resto suben de precio, pueden darse algunos efectos. Hay un efecto de incremento en el ingreso de quien pretende comprar. Digamos, en un contexto de suba generalizada de precios, un bien que queda estancado, hará pensar en un cierto tiempo algo que puede resumirse así: “que barato que está el Led de 42 pulgadas” o también se podrá pensar; “que bien que estoy ganando ahora, dado que me puedo comprar un Led de 42 pulgadas”. Esto se llama un efecto precio, pero también hay un EFECTO INGRESO –y aquí es donde creo, apunta el gobierno-.

Pero esto trae aparejado comportamientos relacionados.

Nada en economía se da en compartimentos estancos. El incremento de demanda de ese tipo de productos vía efecto ingreso, puede no reflejar la realidad subyacente al proceso económico por el cual esos bienes fueron producidos, perjudicando el sistema de costos de este tipo de bienes. Generalmente los bienes de alta elasticidad son los que se alejan de primera necesidad, mal llamados "bienes de lujo" -como los mencionados vinos de primera calidad, cortes de carne especiales, tabletas electrónicas, entre otros-, y cuya estructura de costos es elevada por la alta carga de insumos técnicos y recursos tecnológicos en su producción se requiere. En otras palabras y definiendo el punto; el congelamiento de precio de este tipo de bienes en un contexto inflacionario, es un subsidio directo -e irreal- al consumidor mejor posicionado (el consumidor de este tipo de bienes) que paga el productor y que descarga en la parte de sus insumos de más rápida adecuación en su estructura de costos de corto plazo, o sea EL TRABAJADOR. Así, se crea un descalce estructural creando una posición difícil de sostener en el mercado en el mediano plazo; las posibilidades de aparición de despidos de corto plazo y de racionalización de personal para ajustar, en el mediano plazo pueden empujar una caída de demanda de otro tipo de bienes para ajustar (que son los que se demandan como primera necesidad vía el sector asalariado que comienza a perder trabajo).

Si se congela un precio de un bien de elasticidad rígida de demanda, produce un efecto diferente. Recuerdo que elasticidad rígida quiere decir que, independientemente al movimiento de precios, estos bienes no repercuten fuertemente en su demanda. Si sube el precio, las personas deben adquirirlos dado que son de primera necesidad -la leche y el pan-. Pero si sus precios bajan, los consumidores no salen corriendo a hacer colas para comprar, dado que no se ven motivados para ello. Como el bien debe ser consumido independientemente de la variación de precios, dado que la rigidez indica necesidad, entonces, en un contexto inflacionario, congelar el precio de este tipo de bienes generará transferencias desequilibradas. Por un lado quienes poseen bajos ingresos recibirán la misma transferencia (el mismo beneficio supuesto del congelamiento) que quienes poseen ingresos elevados. Aquí el primer descalce, dado que no hay en el fondo de este movimiento, una “justicia distributiva”, por llamar de alguna manera al movimiento resultante del congelamiento, aunque nuevamente aquí la paradoja; se perjudica relativamente a las personas de menores ingresos, pero se percibe generalmente una mejora que se anuncia políticamente correcta.

En otra perspectiva comparada, también hay que indicar que la canasta de compra de salario de los trabajadores de menores ingresos, contiene mayor porcentaje de bienes de primera necesidad que de bienes de lujo, por caso y para apuntalar la explicación daré un porcentaje arbitrario; el 90% de los bienes que adquiere la canasta de los salarios más bajos son bienes de primera necesidad y solo el 10% bienes de lujo. En cambio el 10% de la canasta de las porciones más acomodadas de la sociedad, son bienes de primera necesidad, y el 90% son bienes de lujo. Estas diferencias se deben tener en cuenta para analizar el efecto de un congelamiento de precios en contexto inflacionario.

Es necesario finalmente cerrar este breve análisis al respecto del tan mencionado sistema de precios congelados que, cuando hay intervención de precios suelen desarticularse las motivaciones económicas subyacentes a las diferentes voluntades de oferentes y demandantes. Un mercado intervenido en forma creciente, generalmente termina imponiendo la necesidad de más intervención a consecuencia de mayores desequilibrios en mercados relacionados, los que no reflejan la realidad de decisiones fruto de una libre elección entre oferentes y demandantes. Una medida que al principio fue motivada por un ideal de justicia distributiva, termina siendo el puntapié inicial de un injusto y desequilibrado sistema de precios que decanta en una injusticia generalizada.