viernes, 27 de septiembre de 2013

Fallo judicial y cepo cambiario

Fuente: http://www.aduananews.com/archivos/fallo%20CSJ%20Causa%20syntex.pdf


La ley 19.359 – Régimen Penal Cambiario – fija en su art. 17 facultades al Banco Central de la República Argentina (BCRA) para establecer en los sujetos investigados medidas precautorias, como : “no acodarles autorizaciones de cambios”; “no darles curso a sus pedidos de despacho a plaza”; “no darles curso a sus boletas de embarque de mercaderías”, entre otras.

Recientemente un fallo dictado por la Justicia Nacional en lo Penal Económico, sosteniendo lo prescripto por la ley 26.854, consideró que tales medidas no pueden perdurar en el tiempo, por el contrario, deben estar ajustadas las a un plazo razonable que no afecte garantías constitucionales.

Así, lo indica el fallo del Juez Marcelo Aguinsky, “En este sentido, así como el legislador ha señalado un límite razonable para el plazo de vigencia de las medidas cautelares mediante la ley N° 26.854, al indicar que aquel plazo no podrá ser mayor a los seis (6) meses, y teniendo aquel límite temporal como parámetro, no se advierte que la vigencia de las medidas notificadas mediante la comunicación “C” aquí cuestionada, resulte pertinente actualmente cuando ya han transcurrido cuatro meses desde su dictado”. ( cfr. 23/08/2013 - causa 859/2013 caratulada Syntex S/Amparo)

La decisión judicial ordena al BCRA dejar sin efecto las medidas cautelares contra el accionante. Asimismo, intimarlo a resolver esos procedimientos en plazos razonables para "no afectar la garantía de defensa en juicio" al imputado o sumariado que consagra la Constitución Nacional.-

AQUÍ EL FALLO COMPLETO

miércoles, 18 de septiembre de 2013

lunes, 16 de septiembre de 2013

Value Investing

En esta charla de Juan Ramón Rallo podremos comprender algunos aspectos que tienen que ver con diferentes estrategias a la hora de realizar inversiones.



domingo, 15 de septiembre de 2013

Vaca muerta, la energía potencial de Argentina

A finales de la década de 1950 y principios de la siguiente, subsidiarias de empresas transnacionales
cubrieron el déficit técnico y la escasez de recursos que presentaba argentina para poder alcanzar las fases más difíciles de su industrialización. Hoy, casi 60 años después, la historia parece repetirse; las posibilidades potenciales que abre la reserva de vaca muerta, ponen en evidencia nuevas restricciones.

Siendo probablemente la tercera reserva mundial de petróleo y gas no convencional, solo es posible su aprovechamiento en la medida en que las transnacionales puedan aportar sus recursos y conocimientos para que tales reservas se hagan efectivas y susceptibles de utilización en el mercado energético, solo con ese aporte puede ser  posible saltar el cuello de botella energético que la mal llamada "década ganada", ha generado.

Argentina hoy es una economía cuya estructura, empobrecida y retrasada técnicamente, no puede hacer provecho del mar de recursos en la que está montada. Un empobrecimiento suscitado a la par de la riqueza potencial siempre promisoria, pero siempre esquiva; una economía condenada a su propia dinámica -que por momentos parece ser la muestra cabal de su propia desidia-.

Hay también, ciertos patrones de conducta que pueden explicar -al menos en parte-, algunos de los aspectos mas distintivos de las decisiones estratégicas que ciñen tales situaciones. Una clásica postura en nuestro medio parece ser una especie de despotrique contra el capital y los recursos del extranjero, a los cuales se los advierte como una necesidad, pero nunca se los tolera como un complemento. Así, se deambula en forma permanente por el arco que va de la protección y el subsidio, a la regulación y el control de precios, y de la inflación a las anclas nominales monetarias, coartando las siempre escasas posibilidades de capitalización local, desincentivando lo mejor del emprendedurismo posible e incentivando comportamientos acomodaticios y corporativistas.

La opción dura de competir vía investigación, desarrollo y nuevas ideas, siempre fue soslayada por la opción blanda de la ley hecha a mediada, es más sencillo impulsar una protección efectiva vía impuestos arancelarios -por caso-, que invertir en una mejora productiva que permita desplazamientos de la competencia dictaminados por el consumidor, quien en última instancia, siempre es el mejor juez dictando este tipo de sentencias -aunque inconveniente para los comportamientos anteriormente mencionados-.

Si en Argentina no logramos comprender que somos un país extremadamente pobre, cuya única salida hoy, la provee el sector agropecuario con todo su dinamismo y energía, y sobre el cual recaen permanentemente políticas que profundizan un agudo drenaje para que subsista un sector industrial que solo vive con un eterno respirador artificial, parece no haber salida posible.

Para marchar hacia la riqueza, entiendo, debemos terminar con algunos mitos.

Primero. Instaurar en la imagen del ciudadano común que la regulación económica es inviable y solo una herramienta improvisada por la diletancia de ocasión; la palabra "mas regulación" como lugar común, debe ser reemplazada por "más libertad".

Segundo. Instalar en la imagen del ciudadano común que la apariencia bondadosa de las políticas progresistas en Argentina han tenido un costo profundo, y es la miseria y desocupación en la que en esencia e inevitablemente siempre decantan.

Tercero. Que hay una aparato de poder diseminado en lugares clave del sector público, las artes, los sindicatos, el mundo empresarial y la educación, que hace las veces de apuntalador de las corrientes políticas que sostienen los mitos anteriormente mencionados, allí hay que dirigir la agenda analítica para poder desactivar esas restricciones y frenos al desarrollo.

Cuarto. Que para salir finalmente del eterno dilema del desarrollo trunco, la pobreza estructural, la miseria y la pauperización que corroe nuestra sociedad, el liberalismo no es una inconveniencia ni una conspiración de clase, sino, probablemente, nuestra última oportunidad.